Luz para iluminar

Se va acabando el verano. Se nota en que los días son más cortos, las calles están llenas de gente, va haciendo más fresquito y nuestra mente ya va cambiando. Empiezan a surgir los nervios por empezar la universidad por primera vez. Curioseas por el verano de los demás. Te reencuentras con amigos, con conocidos, con pensamientos que se habían estancado, con sentimientos que estaban en modo vacaciones sin hacer demasiadas apariciones en el día a día. Ya todo cambia. Vuelve a la rutina, a la normalidad. A veces no es lo que queremos, aunque en otras ocasiones lo estamos deseando.

El verano de una forma o de otra, más tarde o más temprano, cambia. Siempre nos ocurre que algo que hemos hecho durante el verano intentamos mantenerlo durante el curso. O también esta cuando llegan estas fechas, cuando acaba el verano… Tiempo para reflexionar lo que en él ha ocurrido, que decidimos poner todo patas arriba y dar un giro inesperado, pero planeado, a nuestra vida. Eso he hecho yo.

Decidí no esperar a las oportunidades sino yo misma buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. Decidí ver cada noche como un misterio a resolver. Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. 

Descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. He dejado de temer perder. He aprendido que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien "amigo". He descubierto que el amor es más que un simple estado de enamoramiento. Y he aprendido que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.