Aprendí que perdiendo también se gana. Aprendí que
la memoria no borra, esconde. Que el tiempo no cura, pero ayuda a sanar.
Aprendí a escuchar cuando oí su silencio, a pedir perdón cuando me di cuenta
del error. Aprendí a levantar la cabeza cuando sentí odio, a llorar cuando me
di cuenta de que no valió la pena y a reír cuando soñé con su sonrisa. Aprendí
a recordar cuando entendí que todo vale la pena. Aprendí que no termina, que
cambia de forma. Que hay que rodear y llegar al otro lado para darse cuenta de
que siempre es lo mismo. Aprendí que el “nunca más”, nunca se cumple y que el
“para siempre”, siempre termina. Aprendí que el que quiere puede y lo consigue.
Que a veces el que arriesga no pierde nada y que perdiendo también se gana.
Para aprender a andar antes hay que caer, para celebrar los triunfos hay que
aprender a aceptar las derrotas, para sonreír hay que saber sufrir, para saber
valorar las grandes cosas antes hay que aprender a valorar los pequeños
detalles y para conseguir algo antes debes creer en ti.
La sonrisa no cuesta nada y produce mucho. Enriquece a quien la recibe, pero no empobrece a quien la da. No dura más que un instante, pero su recuerdo puede ser inolvidable. Nadie es tan rico que no la necesite, ni tan pobre que no la merezca. Sólo tiene valor en el momento que se da, pero si encontraras alguna vez, quien no te da la sonrisa que esperabas, se generoso y dale la tuya, porque nadie tiene más necesidad de una sonrisa, cómo aquel que no sabe sonreír a los demás.
Gran texto :)
ResponderEliminar