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19 de octubre de 2013

Por ellas



Mientras lloras por tu cabello, si está largo o corto de más, porque estas muy gordo o demasiado flaco, por tener los pechos demasiado grandes o pequeños, o por cualquier otra cosa. Ellas sonríen por estar vivas. Sonríen porque pueden disfrutar cada segundo con los suyos, por poder ver el cielo azul, ver salir el sol o ver llover desde casa, por oler las flores en primavera, por acariciar de nuevo a su perro o besar como si no hubiera mañana a su pareja, por escuchar llorar a su hijo o reírse a carcajadas, porque pueden disfrutar un café en buena compañía o un paseo a la orilla del mar…

Por todas aquellas que no han dejado de luchar y por las que murieron luchando.


13 de octubre de 2013

Tan necesaria



Hay gente que con solo decir una palabra enciende la ilusión y los rosales; que con solo sonreír entre los ojos, nos invita a viajar por otros mundos y permite florecer todas las magias.

Hay gente que con solo dar la mano, rompe la soledad, pone la mesa, sirve el puchero, coloca las guirnaldas; que con solo empuñar una guitarra te regala una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca, llega hasta los límites del alma, alimenta una flor, inventa sueños, hace cantar el vino en las tinajas.

Y se queda después como si nada. Y uno se va de novio con la vida, desterrando una muerte solitaria, pues sabe que a la vuelta de la esquina, hay gente que es así, tan necesaria. 

4 de octubre de 2013

Ante la enfermedad, SONRISAS

Hoy he tenido el gran placer de conocer a Luis, un chico de 16 años al que le encanta jugar al tenis, animar a su equipo de fútbol y compartir su tiempo con su familia y amigos.

Hace unos meses la vida volvió a jugarle una mala pasada. Un mal resultado en una revisión provocaba un giro completo en su vida y en la de sus más cercanos. Había vuelto a aparecer la leucemia, y esta vez lo hacía con más fuerza que nunca. Ésta ha sido la enfermedad que le ha puesto en primera línea de lucha desde los 8 años y que hace dos  desapareció dejando a Luis cómo el claro vencedor de la guerra, pero no, tan sólo había sido una batalla más ganada.

“Ahora solo queda seguir luchando y lo haré hasta que no pueda más. Se lo debo a mi familia, que son los que me dan la fuerza para seguir día a día, sino por mí ya habría tirado la toalla”

Con su mascarilla puesta y del brazo de su padre mientras su madre le llevaba el gotero aparecía esta mañana por el pasillo. Desprendía una alegría que es difícil describir, a pesar del sufrimiento y el cansancio, y que será muy difícil que olvide.

Lección de vida. En la espera para realizarle una prueba de las tantas que se hace al cabo de la semana, me decía, con una sonrisa de oreja a oreja, “¿a qué no sabes que señal me ha dejado la lucha? ¡¡Una mancha con forma del mapa de África!!”. Las risas invadían el silencio y la tensión que se respiraba en la sala segundos antes. Ante el carácter de Luis del que todo el mundo estaba admirado después de todo, el simplemente se limitaba a decir; “ante la enfermedad, lo mejor son las sonrisas”.

¡Cuánta VIDA, en mayúsculas, transmite! Por mil razones; hablar con la mirada, coger de la mano a su madre porque la veía nerviosa antes de entrar a la consulta, saborear una buena sonrisa, descubrir el lado positivo de las cosas, una buena palabra, apreciar cuánto puede decir un abrazo… Se dedica, sencillamente, a vivir plenamente, a dejarse la piel en la lucha del día a día, a ser ejemplo para tantos.

Con él y gracias a él, ha sido mucho más fácil afrontar los retos que se presentaban cada día.” José Antonio, padre de Luis.

Gracias, por enseñarme tanto y darme tanto en tan pocas horas.