No es posible caminar solo y pretender llegar lejos. Cuando
se acaban las fuerzas, siempre hay alguien que te ayuda a llevar la mochila y a
seguir andando… Cuando te despistas y te sientes perdido, aparece alguien que
se acerca a ti para orientarte… Cuando surge el desánimo, tus compañeros de
camino te contagian la alegría con sus chistes, cantos, sus historias y
anécdotas.
Gracias a todos y cada uno por hacer de este camino un “ha
dejado huella” y porque no es un final, sino un camino que continúa sin nada
que temer.